Es imposible describir puntualmente sobre cada una de las esculturas y pinturas que se ven a lo largo de este recorrido, lo perfectas y lo bien concebidas que son. El ojo que solo puede ver, es el único juez que permite interiorizarnos en cada una de ellas.
Largo e interminable. Perfecto en cada obra. Lleno de cultura (y de ponjas). Así ví el Museo del Vaticano para Uds.
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